COSTA BRAVA EN MOTO

 En esta ocasión el viaje del verano ha sido un viaje cercano. Hay veces, que no te apetece irte lejos y esta ocasión era una de esas veces que prefieres saborear lo cercano.

La primera parte estuvimos en familia, la furgoneta por detrás de la moto, llevamos todos los enseres que hacen la vida camper algo cómodo y ciertamente bonito.

Pero vamos a empezar por el principio. Aunque pueda parecer raro o curioso, la idea del viaje parte de que queríamos disfrutar del maestro sabina en su parte final de una carrera llena de éxitos. La fecha que nos encajó bien fue en septiembre y le uní el corto periodo vacacional al que tenemos derecho los trabajadores por cuenta ajena.


Después de la noche vivida en Pamplona, que fue donde disfrutamos del maestro, tomamos rumbo a la costa brava. Buscamos un camping para pasar unos días y elegimos la costa de Blanes. Estuvimos unos días tomando el sol en la estrecha y escalonada playa, compartiendo camping con vecinos extranjeros de múltiples nacionalidades europeas.


Esta parte de la costa brava y las que descubrimos en los días posteriores, están muy enfocadas al turismo extranjero típico de sol y playa. Son urbes que en su mayoría han perdido la esencia para abrazarse a los euros extranjeros. 

Desde Blanes tomamos rumbo al norte, pasando por Lloret de Mar, Tossa de Mar.... Desde aquí hay una bonita carretera de curvas que te enlaza a Sant Feliú de Guisols. Esta carretera me gustó, pegadita al mar y disfrutando de ese precioso paisaje mediterráneo que te ofrece algunas calitas dignas de foto en instagram.

La familia se fue a la altura de la playa de Aro y a partir de aquí disfruté de la costa brava en soledad. Lástima que el tiempo climatológico no me estaba acompañando y alternaba nubes con lluvias en algún caso lluvia intensa.


Bordeando la costa, la terminé abandonando para pasar una noche en Figueres y maravillarme en el museo Dalí. Me pareció un sitio recomendable para visitar. Maravillarse con el surrealismo, alucinar con las ideas extrañas que tenía el genio Salvador Dalí



Desde Figueras seguí visitando la costa brava en la parte que me pareció mas bonita e interesante. Desde Roses me dirigí al pueblo favorito del pintor, Cadaqués. De todos los pueblos que visité fue el que más me gustó. Cadaqués y Calella creo que son los más chulos de todos los que vi, pero entre los dos, me quedo sin duda con Cadaqués.



El tiempo definitivamente no estaba siendo un aliado, desde Cadaqués al Cap de Creus lloviendo y para más inri, no me dejaron pasar al cabo de Creus debido a los vientos excesivos que había en el momento de la visita.

Decidí poner fin a esta excursión por la costa brava, siendo un sitio más disfrutón para tomar cervezas y tostarse al sol que para hacer una ruta mototurística. Aún así me gustó disfrutar la experiencia de las tierras catalanas bañadas por el mediterraneo.





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